Ni siquiera me enamoré, siempre la quise como la amiga que era antes, pero bastó con que me confesara que le gustaban las mujeres para clavarme esa duda, para que me empezara a preguntar el "que tal si" y que nunca volviera a ser la misma.
No se cómo hubiera sido mi historia si ella no lo hubiera dicho, tal vez todo ocurrió porque la confesión llegó en el momento mas vulnerable de mi vida o simplemente la duda siempre estuvo ahí, pero yo fingía no darme cuenta, porque temía ser la única "así" y necesitaba un detonante para ser capaz de cuestionarmelo.
El hecho es que descubrir que una persona que yo conocía, mi amiga, era lesbiana (aunque ella se quiera definir como bisexual), fue algo muy revelador; fue como haber tenido las manos atadas desde siempre y que ella llegara y por accidente me las desatara. Ahí quedé petrificada, sin saber que hacer o sin saber siquiera quien era yo en realidad, pero mis manos eran libres ahora y ella era quien estaba mas cerca.. y me acercó sus manos. Durante un tiempo fuimos esas amigas q se besan de vez en cuando, pero sólo bajo el efecto del alcohol y nunca hablan de ello. Realmente no había mucho que decir, hasta el día en que me propuso que tuvieramos algo... fue una proposición graciosa por la negociación que hicimos: le respondí que no, pero ella me pidio que lo intentaramos por una semana y luego decidieramos que hacer. Como era un compromiso con fecha de vencimiento, acepté, aunque a ella le habría servido mas que continuara con la negativa: esa semana nos vimos 2 veces y siempre en sitios públicos, yo sufría cada vez q me llamaba (y nunca la llamé), porque no sabía qué decirle e inventaba excusas para cancelar nuestras citas porque no sabía cómo actuar. El último día el encuentro fue inevitable, yo tenía una sustentación de algo en la universidad y tenía un vestidito sastre con una pequeña minifalda, tacones y medias veladas, (la ropa no me ayudaba mucho). Fuimos a la casa de un amigo suyo "para estar tranqulas", allí nos besabamos pero cuando el beso subía en intensidad o las manos se aventuraban un poco, a mi me entraba el afan de conversar. Que paciencia la de esa mujer! Finalmente dije que estaba muy cansada y me fui a casa temprano. Al día siguiente se cumplía la semana y en un barcito me terminó. Me sentí liberada en ese momento, ya no tenía que tener miedo, no tenía que ser lesbiana, ahora solo era yo.
Estaba infinitamente sola y perdida, pero todavía tenían que pasar muchas cosas para darme cuenta de eso.
No se cómo hubiera sido mi historia si ella no lo hubiera dicho, tal vez todo ocurrió porque la confesión llegó en el momento mas vulnerable de mi vida o simplemente la duda siempre estuvo ahí, pero yo fingía no darme cuenta, porque temía ser la única "así" y necesitaba un detonante para ser capaz de cuestionarmelo.
El hecho es que descubrir que una persona que yo conocía, mi amiga, era lesbiana (aunque ella se quiera definir como bisexual), fue algo muy revelador; fue como haber tenido las manos atadas desde siempre y que ella llegara y por accidente me las desatara. Ahí quedé petrificada, sin saber que hacer o sin saber siquiera quien era yo en realidad, pero mis manos eran libres ahora y ella era quien estaba mas cerca.. y me acercó sus manos. Durante un tiempo fuimos esas amigas q se besan de vez en cuando, pero sólo bajo el efecto del alcohol y nunca hablan de ello. Realmente no había mucho que decir, hasta el día en que me propuso que tuvieramos algo... fue una proposición graciosa por la negociación que hicimos: le respondí que no, pero ella me pidio que lo intentaramos por una semana y luego decidieramos que hacer. Como era un compromiso con fecha de vencimiento, acepté, aunque a ella le habría servido mas que continuara con la negativa: esa semana nos vimos 2 veces y siempre en sitios públicos, yo sufría cada vez q me llamaba (y nunca la llamé), porque no sabía qué decirle e inventaba excusas para cancelar nuestras citas porque no sabía cómo actuar. El último día el encuentro fue inevitable, yo tenía una sustentación de algo en la universidad y tenía un vestidito sastre con una pequeña minifalda, tacones y medias veladas, (la ropa no me ayudaba mucho). Fuimos a la casa de un amigo suyo "para estar tranqulas", allí nos besabamos pero cuando el beso subía en intensidad o las manos se aventuraban un poco, a mi me entraba el afan de conversar. Que paciencia la de esa mujer! Finalmente dije que estaba muy cansada y me fui a casa temprano. Al día siguiente se cumplía la semana y en un barcito me terminó. Me sentí liberada en ese momento, ya no tenía que tener miedo, no tenía que ser lesbiana, ahora solo era yo.
Estaba infinitamente sola y perdida, pero todavía tenían que pasar muchas cosas para darme cuenta de eso.