Erase una vez una pequeña niña a quien enseñaron que las princesas -para serlo- necesitan que un día, luego de cierta cuota de sufrimiento, aparezca el principe azul que se case con ellas y las haga felices.
Parada en un café y temblando por los nervios, vio llegar una princesa vestida con su camisa de lineas azules "y en la mano una chocolatina", esa era la señal para reconocerla.
Y la reconoció, entonces supo que le habían contado mal el cuento de hadas.
Parada en un café y temblando por los nervios, vio llegar una princesa vestida con su camisa de lineas azules "y en la mano una chocolatina", esa era la señal para reconocerla.
Y la reconoció, entonces supo que le habían contado mal el cuento de hadas.
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